Las autoras de este libro nos hacen llegar la triste situación de las mujeres bajo los regímenes político-teocráticos de algunos países musulmanes. En el primer capítulo, hacen una breve historia del papel de la mujer en la sociedad de la antigua Mesopotamia, formada por parte de las actuales Irak, Irán, Turquia, Siria. La mitología sumeria, gran fuente suministradora de mitos que aparecen en los textos sagrados del judaismo, cristianismo y el Islam, nos dice que una diosa, la Gran Madre, engendró el cielo y la tierra, y que la vida entera procedía del vientre generador de las mujeres. Más tarde, el Gran hombre se dedicaba a las operaciones militares en las constantes guerras con los pueblos vecinos, de manera que se pasó de pueblo pacífico matriarcal a guerrero y patriarcal, donde los vencedores sometían a los/las vencidos/as. Después, en la sociedad babilónica, las diosas pasaron a ser simples damas guardianas de los templos que acabaron convirtiéndose en burdeles, y dioses como Mithra se colocaron en la cima. Los gobernantes hicieron códigos de buena conducta, como el de Hammurabi (1760 a c), del que en la actualidad prevalecen algunos de sus preceptos en países regulados por el Islam.
El resto de capítulos son fuente documental sobre la pesadilla de ser mujer en un país musulmán, en muchos países africanos y en lugares de India, China o del occidente primermundista. Nadie quiere ser mujer en uno de estos países. Desde el nacimiento, se rechaza a las niñas porque ser hembra equivale a nacer encarcelada para la eternidad, aunque hay grados.
Las autoras nos cuentan que, antes de la llegada de Mahoma, las tribus de la península arábiga adoraban a deidades femeninas como la diosa guerrera Al-Uzza, diosa terrible que exigía sacrificios de niños y, sobre todo, de niñas. Estos rituales se hacían en sociedades muy pobres que, de esta manera, ahorraban bocas que alimentar. Con ellos, pedian fecundidad para los campos y también, sacrificándolas, se evitaba que las niñas cayesen en manos del enemigo. Esta práctica, ya en decadencia en tiempos de Mahoma, fue rechazada por él tajantemente, y el Corán la condena y la considera fruto de la ignoracia y la locura.
El libro nos quiere demostrar que algunas de las enseñanzas del Corán no son tenidas en cuenta en muchos países que se jactan de ser musulmanes y quieren permanecer en unas costumbres ancestrales, machistas, explotadoras y elitistas. Las autoras denuncian la realidad de algunos países, con problemas como la desescolarización infantil, la discriminación de la mujer desde niña, así como ciertas prácticas que atentan contra la salud mental y física de la población femenina en nombre de la tradición y la religión.
En contrapartida, nuevas generaciones de mujeres modernas, en países islámicos o no, intentan abrirse camino en escuelas, universidades y lugares exclusivos de los hombres, con una fuerte oposición que las condena y con la timidez de los organismos internacionales que no quieren caer en "el intervencionismo cultural".
Detalles sobre la ablación, los contratos matrimoniales siendo niñas, los embarazos a corta edad, sobre la lapidación como castigo por adulterio o sobre la muerte de una mujer a manos de un familiar para lavar la honra de la familia, nos ponen los pelos de punta y nos hacen pensar cómo esto es posible en la época en que vivimos. Son muchas las preguntas que surgen después de la lectura de un libro como éste: ¿Es posible que esas sociedades estén de acuerdo con sus tradiciones? ¿Qué hace el resto del mundo? ¿Qué podemos hacer desde nuestro pequeño espacio individual? Y todas ellas sin respuesta.
Si lo que querían Azadé Kayaní y Martha Zein era impactar y concienciar a la gente con su libro, lo han conseguido. Son un conjunto de relatos muy duros, relatos que responen a una realidad vivida por seres humanos en muchos lugares del mundo y donde la peor parte se la lleva la mujer.
KAYANÍ, Azadé y ZEIN, Martha: La mujer en los países musulmanes. Ediciones Flor del Viento. Barcelona, 2010 (2002)
No hay comentarios:
Publicar un comentario