QUÉ PRETENDO?

Este "blog" quiere ser un elogio a la lectura, una invitación a contar con un libro como amigo, compañero que siempre está ahí y que hace volar tu imaginación.

lunes, 12 de julio de 2010

NADA de Carmen Laforet

De este libro, premio Eugenio Nadal 1944, me interesa hablar de la psicología de sus personajes, de sus grandezas y sus miserias. Andrea, la protagonista, comparte vivienda con su abuela, con sus tíos Juan, Román y Angustias, y con Antonia, la sirvienta. Juan está casado con Gloria y tienen un hijo. Ambos también viven allí. Todos tienen en común el orgullo de no reconocer  su falta de medios económicos. La amiga de Andrea, Ena, y la madre de ésta también se añaden al grupo  que compartirá la vida de Andrea durante un año.
Antes de entrar en detalles, diré que la familia de Andrea, que vive en una gran casa de la calle Aribau de Barcelona, ha venido a menos, hasta el extremo de no tener qué comer y tener que ir vendiendo los muebles poco a poco. Lo contrario le ocurre a la familia de la amiga.
 Andrea, joven que no llega a los veinte años, llega a Barcelona para cursar estudios universitarios, y se hospeda en casa de su abuela, una casa bastante grande, desordenada y sucia. Enseguida, descubre la extraña convivencia, los gritos y las malas maneras que todos utilizan. Ella observa, aguanta y, a veces, se marcha a dar vueltas por la calle. En la Universidad conoce  a una chica, Ena, que será su mejor amiga. Al principio, fingía que le sobraba el dinero y la obsequiaba con caros regalos. Ena se daba cuenta de ello, pero la dejaba hacer.
 Los dos tíos, Juan y Román, eran de naturaleza bohemia. Juan pintaba malos cuadros que no vendía. Para sacar adelante a su hijo, Gloria marchaba de incógnito a jugar a cartas  por las noches y ganaba haciendo trampas. Cuando su marido se enteraba, la maltrataba. Román componía buena música, pero estaba constantemente insultando a Gloria y metiéndose con Juan. De vez en cuando desaparecía unos días. Ambos formaban una pareja sadomasoquista: no paraban de pelearse, pero no podían vivir el uno sin el otro.  La fuerza arrolladora de Román atraía la debilidad de su hermano. También  había hecho mucho daño  a la madre de la amiga de Andrea muchos años atrás. La pobre abuela aguantaba todo estoicamente y ponía la paz que podía.
Será Ena, la amiga de Andrea, quien, con su fuerte carácter también, consiga dar su merecido a Román, quien al no poder soportarlo acaba suicidándose.

El padre de la amiga de Andrea, Ena, niña mimada y consentida, que tuvo que marchar a Madrid por trabajo, acabará ofreciéndole uno a Andrea, permitiéndole salir así del círculo nefasto que la envolvió durante un año.
Aparentemente, parece un libro largo y difícil, pero no lo es. Desde el principio, quedas inmerso/a en el día a día de los personajes y vas tomando partido por uno u otro.





lunes, 5 de julio de 2010

VIEJAS HISTORIAS DE CASTILLA LA VIEJA de Miguel Delibes


Se trata de diferentes relatos, enlazados por su protagonista Isidoro que va explicándolos en primera persona. Delibes (1920-2010) los sitúa hacia 1945, describiendo la vida de pueblo, su pobreza y estancamiento, así como su particular ciencia del vivir. Isidoro salió de su pueblo para ir a una ciudad próxima y, si bien al principio se avergonzaba de sus orígenes, acabó enorgulleciéndose de ellos, valorando la sabiduría popular de sus gentes y creyendo que en los pueblos todo permanece inalterable, mientras que en la ciudad todo se desintegra por el progreso. No encontrándose a gusto, se marcha a América, de la que no volvería hasta muchos años después. Desde allí, va recordando.
Delibes plantea diferentes cuestiones por las que pasa un emigrante. La sensación de ser un extraño mal visto en el lugar donde llega y la de ser un extraño también cuando vuelve a su tierra. También el rechazo de su padre a que marche del pueblo: un día, Isidoro le confesó que no le gustaba estudiar y que le gustaba el campo pero no para trabajarlo. Ello le costó el castigo de no comer ni beber durante cuarenta y ocho horas.
A lo largo de la lectura, se intuye el completo conocimiento de Delibes del lugar, de su flora y fauna, de los habitantes que allí viven y sus costumbres, donde no hay mucha privacidad. Todos saben lo de todos. Además, con  sus descripciones, el autor nos hace estar allí y ser uno más, como en su último capítulo que nos hace vivir la caza de la perdiz, así como sentir la psicología de un verdadero cazador.
Conoce el autillo, el abejaruco, el raposo, el vencejo, el matacán,  los alcaravanes o los grajos. Habla de un lebrel, de la salvia, el espliego, de carrizos y espadañas, de las argayas del trigo, del tasajo como cebo. En suma, utiliza un vocabulario nada común y sí muy educativo. Hay que leerlo con el diccionario cerca.
Habla del recorrido del arroyo Aceitero que va a parar al Sequillo. Éste desemboca en el Valderaduey que va a parar al Duero que, a su vez, desemboca en el Atlántico. Delibes tiene la delicadeza de alterar los nombres para no delatar el posible lugar que está describiendo pero que, por otro lado, podría ser uno de los muchos pueblos de Castilla. Si bien los dos últimos ríos existen, no ocurre así con los dos primeros. Describe el nacimiento de una veneración a una santa, a partir de un intento de violación y los milagros que se iban produciendo desde entonces, hecho que plantea el tema de las supersticiones en gente rutinaria y atrasada, pero muy arraigada a su tierra y con una sabiduría e inteligencia prácticas  encomiables.
Cuando Isidoro vuelve a su pueblo después de cuarenta y ocho años, encuentra que, si bien la gente ha  ido cambiando, las cosas siguen inmutables.
La manera poética de Delibes en algunos fragmentos asegura una agradable lectura y, leído con calma, también nos aporta una cierta cultura  del entorno.

Me fue recomendado por Alex y ha valido la pena leerlo. Os aconsejo hacer lo mismo.